¿Alguna vez os habéis planteado por qué durante el día los colores
rojos, naranjas y amarillos parecen los más brillantes, pero cuando la
luz se ausenta por completo únicamente somos capaces de reconocer
colores de tonos azules, verdes y violetas? El efecto Purkinje es la
explicación.
Evangelista Purkinje fue uno de los investigadores más conocidos de
su tiempo y cuentan que recibió una carta de fuera de nuestro continente
cuya dirección de destinatario solo ponía “Purkinje. Europa” El sabio
checo dio también su nombre al llamado efecto de Purkinje, que consiste
en un cambio en la sensibilidad al color. Es decir, vemos las cosas de
distinto tono y brillo cuando hay mucha luz que cuando hay poca luz.
Cuando la intensidad de la luz disminuye, los objetos rojos parecen
perder intensidad más rápidamente que los objetos azules con el mismo
brillo.
Purkinje tenía la costumbre de pasear al atardecer por los campos de
Bohemia para meditar, para pensar, para ordenar sus ideas. Se dio
cuenta que el contraste de las flores que veía cambiaba según el momento
del día. A mediodía, con la luz brillante del sol, los geranios, por
poner un ejemplo, mostraban unas flores de un vivo color rojo que
contrastaban con unas hojas de un tono de verde bastante oscuro. Sin
embargo, al anochecer, según iba reduciéndose la luz, el contraste se
revertía, los pétalos rojos de la flor aparecían de un granate muy
oscuro o casi negro, mientras que las hojas de alrededor parecían
relativamente brillantes y en comparación, bastante claras. Por tanto,
el efecto de Purkinje consiste en una diferencia en el contraste de
color según las diferentes condiciones de luminosidad.
La retina
contiene dos grandes grupos de fotorreceptores, los conos y los
bastones.
Los conos son sensibles a los colores, en condiciones de mucha luz, mientras que los bastones, que no distinguen colores, son mucho más sensibles por tanto "ven con poca luz".
Eso hace que cuando hay muy poca luminosidad, por ejemplo a la luz de
la luna por la noche, todo lo vemos en blanco y negro (aunque el refrán
diga que “de noche, todos los gatos son pardos, en realidad son grises),
porque los conos están inactivados y los bastones, que son los únicos
fotorreceptores capaces de distinguir formas con tan poca luz, no tienen
paleta cromática. Conos y bastones tienen pigmentos diferentes que
responden a longitudes de onda determinadas. Por eso, la luz que mejor
estimula a unos y a otros es diferente. La luz a la que mejor responden
los conos es al amarillo brillante, mientras que en los bastones
correspondería a una longitud de onda de un color azul-verdoso claro.
Según la luz va disminuyendo, y el balance conos/bastones se va
alterando nuestro ojo es menos sensible a las longitudes de onda largas
(colores amarillo, naranja y rojo) y gana sensibilidad para las
longitudes de onda cortas (colores verde, azul y violeta). De tal modo,
en esas horas del atardecer pasaríamos de apreciar los objetos rojos
como los más brillantes, a que sean los colores azules los más
brillantes. Hay un punto donde se puede trabajar con una mezcla de
visión diurna y nocturna. Un poquito de luz amarilla, naranja o roja
puede excitar a unos pocos conos que distinguirán bien ese color,
mientras que el resto de los conos no se activan, los bastones sí están
activados y la visión es nocturna, adaptada a condiciones de baja
luminosidad. Es lo que sucede con muchos pilotos con luces amarillas,
naranjas o rojas.
Si
los pilotos fuesen azules o verdes, los conos no los distinguirían bien
o necesitarían mucha más luz en cuyo caso los bastones serían
“enmascarados” por los conos y no tendríamos visión nocturna. El efecto
de Purkinje se produce en esa transición del uso de una visión fotópica,
con luz abundante (basada en los conos) a una escotópica, con luz
escasa (basada en los bastones). Se denomina el estado mesópico. Según
la luminosidad se va reduciendo, los bastones van asumiendo la visión y
antes de que la visión de color desaparezca completamente, se ve un
desplazamiento hacia la sensibilidad más alta de ellos, de los bastones.
Es decir, los bastones serían prácticamente inertes ante la luz roja,
“ciegos” para ella e irían predominando los colores verdes, azules y
violetas que se distinguirían mejor. Exactamente lo que Purkinje
descubrió en sus paseos.
Ahora surge la gran jugada. Si tengo poca luz
pero quiero que algo se vea con claridad ¿qué puedo hacer? Si pongo una
luz brillante, se verá muy bien, pero entonces activaré los bastones y
tendré el sistema fotópico activado en un ambiente con poca luz, lo que
no es práctico. Pero si la sensibilidad de los bastones está en un
extremo de la escala cromática (la zona verde-azul), lo que puedo hacer
es irme al otro extremo (la zona roja-naranja-amarilla) donde los
bastones prácticamente “no se enteran”. Puesto que los bastones reciben
alta intensidad de un color de la zona del rojo, al que son muy poco
reactivos, siguen funcionando bien y distinguen todo en tonos grises en
esas condiciones de poca luz. Puesto que esos puntos concretos tienen un
color que dispara a los conos aunque haya poca intensidad de luz, no
interfieren con los bastones y se ve esa luz de un color rojo, naranja o
amarillo. Por
eso en las películas de submarinos, de naves espaciales, de los
centros de lanzamiento de misiles termonucleares apuntando a Moscú o a Disneylandia vemos en la sala de mandos, prácticamente a oscuras, un
gran número de lucecitas, de pilotos, de color rojo o naranja. Por eso
quizá la luz de las lámparas traseras de los vehículos son también de
esos colores. Se ven bien de día y de noche.
Conduciendo de noche, todo
lo demás es gris-negro y nuestra visión está bien adaptada a la
oscuridad pero distinguimos muy bien esos pilotos en el coche que va
delante de nosotros. Los pequeños pilotos rojos permiten algo
interesante y es tener activos de forma simultanea los dos sistemas el
fotópico y el escotópico. La sala de mandos del submarino tiene muy poca
iluminación para preservar la vista nocturna del capitán y sus
tripulantes, la luz roja permite suficiente iluminación para la visión
fotópica y que los marineros de servicio puedan leer con ella, con
los conos, las pantallas que necesitan la visión de alta agudeza para
su lectura. Puesto que los bastones no están saturados por la luz
brillante y no son sensibles a la luz roja, de alta longitud de onda,
los miembros de la tripulación tienen la visión adaptada tanto si se va
la luz como si necesitan mirar por el periscopio en la noche. La luz
roja también se usa en muchos laboratorios de investigación. Los
animales más usados, las ratas y los ratones, son, aunque a menudo lo
olvidemos, animales de hábitos fundamentalmente nocturnos o que viven en
madrigueras o ambientes con poca luz. Su retina tiene una visión
fotópica muy limitada, ya que tienen muy pocos conos en comparación con
los numerosos bastones. Con la luz roja, los animales se sienten “en la
oscuridad”, lo que es su período activo mientras que los investigadores,
que tenemos un tipo de cono sensible a las longitudes de onda largas, y
que tenemos muchos más conos somos capaces de leer los instrumentos o
realizar tareas en unas circunstancias que serían imposibles bajo la
visión escotópica y no tenemos que ir por la noche para poder analizar a
estos animales.
Es la misma razón por la que los zoológicos a veces
muestran a los animales nocturnos iluminados con luz roja, para que
ellos crean que es de noche y se muestren activos y los visitantes
puedan verlos en el horario diurno de apertura.
Purkinje
fue un experto en visión y estudió también los aspectos subjetivos en
el procesamiento de las imágenes. Por ello se le considera uno de los
pioneros de la Psicología experimental. Dentro de su investigación sobre
el procesamiento cerebral de la luz y las imágenes inventó su propia
versión del zoótropo que el llamó forolyt. El zoótropo era un tambor
circular con unas rendijas a través de las cuales mira el espectador
para que los dibujos dispuestos en tiras en el interior del tambor, al
girar éste, proporcionen una ilusión de movimiento. Del mismo modo, al
hacer pasar en el forolyt imágenes, dibujos o fotografías a alta
velocidad Purkinje conseguía dar la sensación de movimiento por lo que
se le considera también uno de los precursores de la Cinematografía. En
uno de sus aparatos puso nueve fotos de él tomadas desde distintos
ángulos. Podemos pensar que era un sistema de hacer nuevos experimentos
sobre el procesamiento visual de las imágenes pero el objetivo era más
interesante y mucho más tierno: lo hacía para divertirse con sus nietos,
para que ellos disfrutaran al verle a él, un viejo y famoso
catedrático, girando a toda velocidad como una peonza.
Gran detalle sobre la visión escotópica y fotópica. La luz roja es esencial para muchas aplicaciones. En Lámparas en Línea, contamos con una variedad de lámparas que respetan la adaptación ocular en ambientes oscuros.
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